jueves, 30 de octubre de 2008

LA OUTCAST DE LA ENSALADA

La gran perdedora en la ensalada, la lechuga. Nadie nunca la quiso, nadie nunca la admiró, nadie nunca la saboreó. No se sabe para qué sirve realmente. ¿Para adornar? ¿Para alimentar? ¿Qué vitaminas tiene? (Si es que las tiene, claro).
Realmente la lechuga solamente se usa en las ensaladas, siempre es lo último que se come y la mayoría de las veces sobra. Ingrediente de los bocadillos y las hamburguesas. Amiga fiel del tomate y de los gusanos...así es la lechuga. Muchos la quitan, muchos la comen por no molestarse en quitarla y el resto de las veces se pone negra en media hora. ¿Qué será de amiga lechuga? Nadie la usa para sus platos, nadie la quiere de condimento, ni en su estómago. Simplemente la utilizan como adorno o para darle vida al plato y su destino es triste e incierto. Pobre amiga lechuga, desde aquí te deseo un futuro prometedor en el mundo de la gastronomía. Algún día te valorarán.

lunes, 27 de octubre de 2008

UNA ESTATUA EN EL DESIERTO


De rodillas en la arena y mirando hacia el cielo. La tristeza recorriéndome las venas, moviéndose por mis arterias, introduciéndose en los poros de mi piel y deslizándose por mis mejillas en forma de lágrimas. Bajando lentamente hasta caer en la arena, y desapareciendo en segundos, me pregunto si ese soy yo.

Me cuesta concentrarme y me pregunto por qué lo estoy haciendo de nuevo.

Me pregunto por qué no cumplí esa promesa de no sentir lástima de mí mismo. Me pregunto qué me ha llevado a ese estado de lapsus interno que no me deja centrarme en mi vida. Este sentimiento que no me deja ser yo mismo, que se ríe de mí y me hace sufrir. Ese lugar al que voy de vez en cuando en contra de mi voluntad, al que siempre me juro no volver, pero del que a veces no puedo salir.

Y poco a poco mi cuerpo se va llenando de sellos grabados a fuego vivo. Me veo sentado en un yunque mientras el mundo me martilla y me moldea a su antojo.

Veo cómo paso de ser plano a un estado de redondez extrema, donde mezclo mi principio con mi final más cercano. Con un cincel me van arrancando trozos de mi alma, mientras mis huesos huyen de mi ser para no quebrarse de nuevo.

Ni mis manos quieren seguir conmigo. Mis piernas no me obedecen, y mis dientes han acabado por caerse de la vejez de mis años. Veintitrés para ser más exactos. Y no me sirven de nada.

Mi juventud acabó por marchitarse; cogió sus maletas y marchó a otro lugar. Abandonó esa vida de altibajos y de estrés en sobrecarga. Dejó ese mundo de canciones tristes y de sentimientos en llaga viva. Huyó de ese amargado y de su futuro de dolencias innecesarias, pero provocadas. No quiso entender de autolesiones, ni de masoquismo.

Echaba de menos el calor humano, y el cuerpo a cuerpo que una vez hubo en sus brazos.

Y de eso se trata, de lo humano de los gestos, de las palabras, de las miradas. De esas cosas que dejaron de existir hace tiempo. Esas cosas en las que dejé de creer hace años.

Y desdoblando los papeles de mi destino, descubro que todo sigue en juego. El folio sigue en blanco. Ha estado dos décadas en blanco, y a día de hoy sigue sin tocar la tinta.

Cientos de burbujas que me rodean y no puedo ver, pero las siento. Siento cómo me golpean poco a poco hasta que me hacen vulnerable del todo. Hipocampos que me pican hasta sangrar, y cuando me doy cuenta estoy en el fondo del océano lamiendo mis heridas. Me veo formando la nada en el azul marino del agua, y totalmente solo.

No veo mi alma, porque hablo a menudo de ella, pero no sé si existe, no sé cómo es, ni sé si se mueve. Vuelvo a encontrarme en ese caparazón del que salí hace un tiempo, y vuelvo a meterme dentro. Decido buscar esa perla que ya no existe, porque varios piratas la han asaltado y acabaron con ella. Pretendían robarla, pero al final la destruyeron, y ahora ya no existe, porque nadie piensa en ella. Su dueño hace días que dejó de buscarla, y se dedicó a dejarse llevar por vendavales. Se dedicó a perderse a sí mismo, y a esconderse de las sombras. No quiere saber de barcos, ni de náufragos ni de tesoros. Ya se olvida de conquistas y de espadas en motines.

Las palabras no vuelven a los labios, porque su boca está en huelga perpetua, hasta que vuelva a reencarnarse en otro espíritu, pero parece imposible. Los espíritus huyen como locos en un manicomio, y al final se rinden al poder de la mente, pero ya es demasiado tarde, porque están corrompidos por la miseria.

Mi cerebro está conservado al vacío en lo que antes era mi cráneo, pero ahora no es más que polvo y telarañas. Imposible el pensar, impensable el razonar, intolerable el regresar. Las tempestades han devastado hasta las plantaciones de los más finos arroces.

Mis dedos están congelados del frío del corazón, y mi cintura se ha hecho añicos de los zarandeos de la angustia. Mis ojos se quedaron ciegos de tanto mirar al vacío y mis párpados nunca fueron los mismos después de la ceguera. Mi espalda ahora tiene forma de interrogación, porque ya no sabe dónde más preguntar por mi integridad.

Mi voz intentó gritar a los vientos que todo estaba perdido, y sólo consiguió susurrar unas pocas palabras que nadie escuchó: “el Apocalipsis sobre mí”.

Sin jamás imaginarlo, me veo en aquella playa de nuevo. Empapado y entumecido. Temblando y desorientado. Mi mirada nunca fue más escéptica, y mi mente nunca estuvo tan perdida. Mis pies permanecieron firmes ante las olas, y mi cuerpo desnudo parecía la sombra de un esqueleto en un calabozo. Mi cara ya no tenía mueca, pero mi cerebro parecía una máscara en blanco y negro. Incomprensión verbal, el olfato totalmente inservible, y mis oídos taponados por la presión. Poco a poco mis sentidos se desprendían de mi ser, mi intuición abandonaba mi cuerpo, y el vértigo me hizo caer en la orilla. No hubo rendición, no hubo lucha, ni siquiera hubo humanidad, tan sólo lástima. Pena de ese individuo que no tenía nada, y que lo poco que le ganó al tiempo lo perdió apostando su vida. Lo perdió al darlo todo por alguien que nunca estuvo allí; por alguien que se fue antes de venir, por alguien que partió antes de seguir.

Y justo en el momento en el que parecía que mis restos servirían de alimento a los peces, sentí esa luz. Sentí ese destello transparente de color azabache. Vi como se acercaba a mí, y mi elevaba con su poderosa aura. No pude resistirme, ni rendirme de nuevo. Sólo pude mirar fijamente y reconstruirme una vez más.

Me miró fijamente, me cogió de la mano y me llevó a algún lugar que no recuerdo. Me dijo que su nombre era Oportunidad, y que había venido a salvarme del vacío. No era mi hora, no era mi momento, y debía volver al reino de la tierra. Me dijo que misión en el mundo no era tan sencilla como dejarme caer y rendirme. Me aseguró que iba a sufrir, a llorar, a gritar, y a explotar. Me prometió que la nada no existe, y que el todo no es absoluto. Me dio un cofre que contenía confianza y respeto. Me metió en los bolsillos un puñado de ilusiones, y me dio un beso lleno de sueños. Abrió una puerta dorada y me empujó hacia su interior. Éstas fueron sus palabras: “de regreso en el mundo aprenderás la más valiosa de las lecciones…quererte a ti mismo”. Y como la luna al desvanecerse con el día, desapareció en medio del firmamento.

Mientras, yo permanecí ahí, de nuevo en esa playa, como un dios reencarnado en un simple mortal. Esperando a que algún ser humano viniese a salvarme de esa vida pasada, que ya no recordaba nunca más, pero que sentía en lo más profundo de mi ser.


domingo, 26 de octubre de 2008

DANKE FÜR DIE LIEDER

Las canciones son todo en este mundo. Una canción es una persona, es una guitarra o una melodía. Hacen reír, llorar, enfadar, entristecer. Una canción es un idioma, es una broma, es una declaración. Son vivencias, mentiras o momentos.
Desde que empiezan los primeros acordes ya no hay marcha atrás. Ahí comienza la vida o la muerte. Máxima atención y caen las lágrimas. Mil sensaciones en el interior y todas se viven de distinta manera. Para unos es la perfección musical, para otros solo un poco de percusión con una voz desgarrada, pero siempre significan algo.
Parar una canción a mitad puede ser un alivio o un delito. Una falta de respeto, un apuro cuando ya llegamos tarde a la cita. Lo mismo ocurre cuando nos pronunciamos mientras suena. Hablar al escuchar una canción especial es estropear el momento, matar la magia, acabar con la pasión. No es fácil comprender cuando la música no es una vida, y la ilusión para vivirla. Para mí es mucho más que eso. Son mis pasos hacia delante, mis momentos de melancolía, el peso del pasado. Son ansias de un futuro y ganas de expresarse con un piano o una flauta. Una canción es mucho más que una tecla en una minicadena o un clic en el ratón. Va más allá que un título en una carátula o una voz en si bemol. Tiene un propósito, un inicio y un nacimiento. Salió de una mente que la vivió, la pensó o la imaginó. Juntándola con instrumentos salió de una melodía y acompañada o no con una voz puede dominar el mundo.
Una canción es mucho más poderosa de lo que muchos pueden llegar a creer. Una canción es un ser humano, soy yo y eres tú.

NADA


Loco, pasajero, ando solo y sin dinero,
Ya no importa que me sangre la nariz.
Vendo por palabras unas cuerdas de guitarra
Oxidadas por el tiempo que viví.
Tengo dos canciones en el fondo del tintero
Que no encuentran la manera de salir.
Llevo el equipaje, no te extrañes si me encuentras
Deambulando sin saber a dónde huir.
Sigo en el empeño de querer sacar lo bueno
Aunque a veces se me enquiste algún matiz.
Dicen que no hay prisa pero a mí me da la risa.
Tras el choque de tranvías ya no hay nada.

Nada, ya no hay nada
Que se acaba la partida y yo no veo la salida.
Necesito esa luz que no se apaga.
Nada, si no hay nada,
Yo me aferro a tu camisa, tengo una corazonada.
Me despido con un beso hasta mañana.
Prendo un cigarrillo y me niego a ser princesa,
Señorita ya es bastante para mí.
Luzco bien mis botas a pesar de que estén rotas,
Y me encaro a quien no me deje vivir.
No me pesa el tiempo cuando paso mi sombrero,
Si mi sombra busca un hueco para mí.
Tengo las canciones, no me sobra ni una letra
Esperando alguien que las quiera oír.
Sigo en el empeño de querer sacar lo bueno,
Aunque a veces se me enquiste algún matiz.
Dicen que no hay prisa, pero a mí me da la risa.
Tras el choque de tranvías ya no hay nada.

Nada, ya no hay nada,
Que se acaba la partida y yo no veo la salida.
Necesito esa luz que no se apaga.
Nada, si no hay nada,
Yo me aferro a tu camisa, tengo una corazonada.
Me despido con un beso hasta mañana.


vega

sábado, 25 de octubre de 2008

DESTINO FINAL

Teniendo claro que no me quedaré aquí, en esta pequeña isla. Ni siquiera en este país...todo se complica un poco. No es el momento de partir, y menos sin preparación previa. Psicológicamente no estoy preparado para dejar todo aquí de un día para otro, y económicamente no puedo mantenerme en ningún otro país sin trabajar unos meses, así que de momento toca esperar. Ese 2010 aún sigue ahí, esperando y aguardando. ¿Nueva Zelanda? ¿Australia? ¿Canadá? ¿Alemania? ¿Austria? Decenas de destinos se barajan en mi lista y aún no queda claro hacia dónde partiré. Igual unos años en algún lugar al otro lado del globo y luego volver a Europa para quedarme. ¿Quién sabe? ¿Y si al final resulto ser un nómada sin casa establecida que va viajando por todo el mundo?

MIGRA ÑA-ÑA-ÑA

Un tipo de dolor de cabeza que es capaz de incapacitar a quien lo padece. Nubla la vista con sus "lucecitas" e impide la nitidez de la visión. Se extiende hasta el estómago y puede provocar vómitos. Así es la señorita migraña. Esa que no me deja ir al trabajo tranquilo y me lo hace pasar realmente mal cada vez que estoy estresado, cansado y sin haber dormido lo suficiente. Hace que mi mundo se pare y no pueda hacer absolutamente nada. Solamente me deja tumbarme en la cama, enrollarme una camiseta en la cabeza y estar totalmente a oscuras y en silencio.
Afortunado yo, que lo llevo en mi legado familiar y era obvio que me tocaría por cojones. Así tengo un motivo más para odiar, y todo gracias a ti, querida migraña.
Después del último de los ataques comprendí porqué Virginia Wolf, la excelente escritora, decidió llenarse el bolsillo de piedras y adentrarse en el río hasta morir ahogada al hundirse. Padecía ataques de migraña severos y no había tratamiento capaz de aliviarlos. Se volvía loca y decidió ponerle punto y final a su vida. La migraña, su marido, su vida y su genialidad...pudieron con ella. Maldita migraña...

viernes, 24 de octubre de 2008

# LA INTEGRIDAD DE LO GENUINO


Tumbado en la cama con mi peluche como almohada, abro los ojos. Miro el reloj, que marca las siete, y me pongo a pensar. Razono sobre el sentido de las palabras, y sobre el efecto que tienen en cada persona; a veces duelen, a veces nos hacen felices, nos hacen sonreír, nos hacen llorar… pero al fin y al cabo tienen mucho poder. Es lo único que nos permite manifestarnos. Las palabras significan mucho más de lo que pueden llegar a expresar.
Mientras tanto, caras conocidas van girando en mi cabeza cual ruleta en un concurso. Cada una tiene un rostro diferente, con un pasado, con un presente y con una sonrisa. Y ahí es donde me quedo a descansar. En todas esas sonrisas que me indican que no estoy solo, que no debo tener miedo, que el terror no volverá a cohibirme.
Intento levantarme mientras busco mis gafas en el suelo, y por fin observo con nitidez las paredes de mi habitación. Esas paredes donde cuelgo mis recuerdos, los buenos momentos, mis viajes a otros lugares y la gente que más quiero. Gente que me ha fallado, gente que quizás hoy no es un mundo para mí, pero que ayer me conmovieron y zarandearon mi universo. Recuerdos que giran en mi cabeza como una peonza a la velocidad de la luz. Me recorren por todos los poros de la piel y llenan mi cerebro de momentos, pero nunca de ideas preconcebidas, ya no.
Y después sonrío, me miro al espejo y sonrío. Me río de las arrugas que me salen cuando hago muecas y de lo raro que es ser como yo. Me río de cómo personas tan diferentes pueden vivir en un mismo lugar y de cómo muchos de ellos hacen que mi vida sea más altiva.
Veo esos retratos que cuelgan de la pared y que me indican que si algún día hubiese un déjà vu de instantes del pasado, yo no volvería a tener esa cara, ni esa sonrisa, porque cada momento vivido es único. Incluso si trato de recomponer los segundos de un recuerdo, nunca seré capaz de asemejarme al momento real. Ni las fotos son capaces. A veces siento que yo no soy el de la foto, que yo no tenía esa mueca cuando salió el flash de la cámara, o que yo no recuerdo cuándo la foto fue tomada. Pero ahí está, sacada del pasado, para que en el presente nos recuerde cómo no seremos en el futuro. Y es comprensible, porque nunca seremos los mismos.
Cuando salgo del cuarto, me dirijo hacia al baño y me lavo la cara. Me tiro en el sillón y vuelvo a cerrar los ojos, y me pongo a pensar en las personas que han pasado por mi vida y sobre todo en aquellas que han llegado y que me han demostrado que aún es posible un mañana.
Toda esa gente que te enseña a compartir y que me da la mano sin saber si quiera si soy un asesino, o si tengo una navaja entre los dedos. Personas que te apoyan y te ayudan de forma inconsciente, que aunque mañana no estén aquí, dejaron una huella en mí hoy. Personas con sentido del tacto y que utilizan todo lo que tienen sin miedo a esconder sus lados más oscuros. Personas que no me dicen cómo debo ser o qué camino debo seguir, sino que me preguntan qué carretera tomar y me acompañan durante el resto del sendero. Personas que a través de un ordenador me dan más calor que el que podría darme un conocido que me ha visto crecer desde un sitio privilegiado. Personas que no me han elegido por lo que tengo o lo que represento, sino porque han visto mi sinceridad reflejada en mi sonrisa.
De cualquier sitio aparecen y cada vez te sorprenden más. Es difícil saber cuál es un rostro de carne y hueso y cuál es una careta con un disfraz, pero después de todo, cada uno tiene un papel en este mundo. Quizás el destino de los actores sea descubrir en otra vida que tal vez en ésta estuvieron equivocados. Tal vez rectificar sea de sabios y no de tontos, pero sin temor alguno, la confianza se nos va de las manos.
Nadie puede negarme la alegría que da aparecer en una nueva atmósfera, donde un extraño puede llegar a conmoverte con la historia de su vida. O descubrir que su familia puede levantar tu curiosidad de tal modo, que llegues a plantearte si al final de todo sea perfecta, o sólo que se parece a algún personaje de la televisión o que leímos en algún libro. Personas que tienen un interior tan hermoso como los trapos que usan para vestirse, y que te sonríen cuando has hecho algo mal, porque saben que nadie es perfecto. Personas que son tan afines a mí, que a veces no sabes si el que habla soy o son ellos que leen mi reflejo a través de sus miradas. Personas intrépidas que no tienen miedo de ir por caminos vírgenes, ni temen callejones oscuros donde reírse de la oscuridad y jugar a las tinieblas con las sombras. Personas alegres que dejan sus preocupaciones debajo de la cama y que no tienen miedos enjaulados en ningún ático. Personas que no te dicen que sólo quedan cuatro horas juntas, sino que añaden un todavía y alargan el día hasta que nos damos cuenta que ha pasado un mes entero.
Personas que no tienen miedo de gritar al mundo que les gusta lo absurdo o que adoran las tonterías por el simple hecho de hacer el payaso un día soleado. Personas que se ríen de los rumores, y que huyen de las conversaciones de besugos, porque al fin y al cabo no sirven de nada. Personas que valoran una piedra sobre la arena y que ven fantasía donde la realidad ya es aburrida. Personas que rompen la monotonía y que llenan de colores los días más grisáceos. Personas corrientes, que son tan diferentes y especiales que nunca los confundiremos entre la multitud. Personas tan genuinas que su imaginación no tiene límite alguno. Personas tan respetuosas que no se atreven a blasfemar el comentario más absurdo porque saben que todo, y absolutamente todo, ocurre por una razón. Personas que no buscan motivos a cada acto de osadía, sino que responden con una carcajada sin saber realmente por qué demonios el cielo es azul. Personas que no necesitan que el sol brille para ir a la playa o que la luna salga para irse a dormir. Personas que hacen que el espejismo de una fuente en el desierto se haga tan real como los arco iris que aparecen después de cada tormenta. Personas tan agradecidas que rebozan brillo en los ojos cuando saben que un detalle sale del corazón. Personas que no se adentran en dolores ajenos porque saben que siempre hay un perro escondido en la casa del vecino. Personas que no se equivocan al decir un te echo de menos o un te quiero cuando ya están fuera de alcance. Personas que no se despiden si realmente no van a irse o que no se quedan si realmente prefieren estar en otro sitio. Personas verdaderas que demuestran que somos humanos y que aunque mañana estemos en otro plano, hoy hay que lograr lo mejor de la vida. Personas que prefieren regalar un silencio, en vez de abrir la boca y estropear un momento para siempre. Personas que no esconden la mano cada vez que se equivocan y que no tienen miedo de los fracasos porque saben después de la tormenta siempre llega la calma. Personas que miran al cielo como si fuera la primera vez y que respiran el oxígeno como si fuese su último suspiro. Personas que no te preguntan qué es lo que miras, sino que observan contigo y tratan de averiguar el por qué de tu melancolía.
Después de analizar el interior de las personas que he conocido y que de una manera u otra han marcado la trayectoria de mi destino, unos junto a mí, otros en contra, me decanto por tomarme una ducha de agua helada que me haga sentir vivo una vez más.
Cuando estoy apunto de quitarme la ropa, suena el teléfono al otro lado de la casa, y decido que hoy no me apetece contestar, porque cada cosa tiene su momento y cada instante su sitio. Y como sé que cometo errores a diario, prefiero que el agua purifique lo que el tiempo me ha traído, y así ser capaz de caminar con un cuerpo totalmente renovado, plantando cara a un nuevo día. Un día lleno de cosas que aún me quedan por vivir y que no cambio por lo que más deseo, porque el altruismo no viene por catálogo, y cada segundo cuenta.

jueves, 23 de octubre de 2008

LOBO ASESINO


Seguro que te gustaría un siglo XXI, estimado Adolf.
Afeitarte el bigote con una Phillips y esperar que todos levanten la mano al pasar. Esa esvástica simbólica que solamente llevan museos y radicales cerrados ya no forma parte del presente. Apuesto a que te encantaría saquear a los pobres y torturar a los gays. ¿Qué tal un puñado de judíos? ¿Te apetecen?
Igual pensarías que esta vez sí que vencerías y convertirías no sólo Europa, sino el mundo entero en ojos azules y pelo rubio. Alemán como lengua nativa y única, más una moneda con tu cara de perfil para mover la economía. Billetes con fotos de tus hazañas y medio planeta a tus pies para alabarte. Menudo hipócrita....
Ni un muro en Berlín, ni un Mussolini en Italia, ni un Franco en España fueron suficientes para ganar. Debiste suponerlo, y por eso te suicidaste como un cobarde, porque no sabías perder, no podías perder. Cuestión de tiempo...
Debiste explicar mejor el Nacionalismo, el Antisemitismo y Anticomunismo. ¿Dictadura totalitaria? ¿Cómo te atreviste? Tan sólo un demente llegaría a tal punto. Muebles viejos y astillados en una cabeza trastornada que desencadenó toda una guerra (La Guerra) con un puñado de gallinas a tus órdenes.
Imposible volver a este mundo sin pasar antes por holocaustos, disparos, palizas y torturas sin límites. Nadie lo permitiría. 56 años de locura infinita ocultando tu pasado austriaco y judío. Hipocresía sin límite.
No habría cabida a tu alma ni en mil millones de años. Tantas muertes no tendrán perdón alguno en ningún plano astral y estarás arrastrándote y vagando infinitamente en cualquier brasa del infierno. Satanás con cara de cerdo. Rodeado de todas las vidas que desaparecieron por tus caprichos y tu mente cerrada y retorcida. ¿Cómo osaste? ¿Cómo lo permitieron?
Después de tu cobarde huida de la vida, te quemaron para que no te exhibieran como trofeo por la ciudad, como a tu amigo Benito... Seguramente fuiste cenizas tiradas a la alcantarilla de Berlín, y a día de hoy estarán más que consumidas por el tiempo. Ni siquiera dejaste tumba que destruir, porque sabías lo que pasaría.
Los libros de historias escribirán sobre ti y serás el ser más odiado que jamás existió. Sin conocerte te odiarán, mil años después te odiarán, el mundo entero te odiará. Por nazi, por cruel, por cabrón.

lunes, 20 de octubre de 2008

PROMESAS QUE NO VALEN NADA


Y los años pasarán, y el tiempo nunca jamás se congelará. Nunca se detendrá.
Pase lo que pase, nadie lo manipulará. Porque simplemente es eso: tiempo.
Muchas cosas no vuelven a su lugar, muchos momentos no volverán a aparecer, y con el tiempo incluso se borrarán de nuestra memoria.
Yo no lo voy a permitir. No dejaré que el tiempo me robe lo que he ganado, ni que te quite a ti de mi camino. Ni el tiempo ni nada.
Juré estar presente en cada segundo de tu camino. No me importa si es corto o largo, porque desde donde quiera que estés, habrá alguien cuidando de ti.
Me prometí quererme un poco más por ti, prometí luchar por todo lo que deseo y por no derrumbarme cuando el mundo entero me condena en una hoguera.
Me dije que nunca iba a callarme cuando tenga algo que decir, por muy doloroso que pueda ser. Mi lema es “verdades como templos” y no voy a permitir que las palabras me hieran los sentidos.
Me juré ser alguien de provecho y tomar este cerebro para cosechar éxitos y méritos.
Te prometí ser cada vez más fuerte, pero sin dejar de ser vulnerable; sin volverme insensible…siempre siendo yo.
Te dije que nunca iba a sucumbir en cada paso de mi camino, y sabes que para atrás ni para coger impulso.
No pretendo ser recordado en un futuro, pero espero marcar los pasados de mi gente y que mi esencia muera tras sus vidas.
Juré que no quiero ser inmortal, y recé para no morirme mañana de tanto dolor en mi interior.
Creeré siempre en mí, y estaré orgulloso de todo lo que el sudor de mi frente me ha proporcionado. No diré lo que no es cierto, ni negaré nada que no tenga certeza.
Te dije que buscaría por cada agujero de esta casa el sentido de cada hecho, y aunque parezca imposible hoy, mañana se abrirán nuevas puertas.
No volveré a ese lugar que me desgarra y el alma y donde no puedo hablar…solamente susurrar palabras sin sentido, que no salen de mi boca.
Juré no ser masoquista y no depender de ninguna persona, porque las almas son efímeras y los cuerpos se corrompen con los años.
Prometí no quedarme en el envoltorio de cada regalo e investigar su procedencia y destino, su finalidad y sentido, para no permanecer siendo un ignorante de por vida.
No seré un intolerante que ataque para defenderse, o que hiera por sentirse más fuerte.
Juré no manipular las palabras para ponerlas a mi favor, y que por muy sencillo que me resulte escribir cualquier cosa, nunca lo haré si no me sale del corazón.
Juré no esperar a esa persona que no sabe si quiere estar conmigo o no, solamente porque a mi me parezca perfecta.
Prometí no estar aquí, sentado en la calle, por ver si pasa alguien a recogerme y a protegerme para siempre.
Decidí no ser yo el que limpie los trapos sucios ajenos, o el que perdone las faltas que no llevan mi nombre.
Dije que no sonreiría por complacer a los demás, ni lloraría para dar lástima al mundo, pero al final de cada vagón siempre hay una puerta cerrada.
Te prometí no amar a la lluvia por encima de todo y no coger pulmonías por sentirla bajo mis pies o sobre mi cuerpo.
Juré que me olvidaría de las personas que me han hecho daño, y borraría de mi mente todos los momentos dolorosos y vergonzosos de mi pasado.
Me dije que la vida vale más la pena si la vivo intensamente y saboreando cada uno de los segundos que paso en ella.
Me prometí no abrir la boca si no tengo nada que decir, y dejar de comer cada vez que estoy lleno.
Juré que moriría si te pasase algo, y que vendería mi alma al diablo si de una vez por todas volvieras a ser feliz.
Lástima que no sea bueno en eso. Sé escribir, sé leer, escribir y escuchar. Sé cantar y sé llorar. Sé hacer muchas cosas y puedo aprender a hacer otras mil más.
Pero no se cumplir promesas. No se cómo hacer realidad lo que prometo, ni se mantener mi palabra más allá de cuatro frases.
Y después de todo he conseguido más bien poco. No he podido llegar hasta el punto donde cedí. Al punto en el que dejé de luchar.
Por eso hoy sigo aquí, para cuidar de ti. No dudes nunca que seguiré siempre aquí. Y si algún día me voy, siempre volveré. Volveré para ver tu sonrisa y para decirte que todo irá mejor.
Si quieres puedo salvarte, te llevaré lejos de aquí. A cualquier otro lugar, donde ya no tengas que dudar, ni vivir con temores a tus espaldas.
Y aunque mi voz, mis manos y mi mente no sirvan de nada, te seguiré hasta el fin.
Aunque mi cuerpo no dé más de sí, aunque mi alma se vaya a dormir, yo seguiré aquí, cuidando de ti.
Aunque no sepa cumplir todas esas promesas, volveré. Haré muchas más, y verás que seré capaz de hacerlas realidad.
No puedo cambiar el mundo, pero sí que puedo intentar hacerte feliz.
Y al final lo conseguiré.
No se cuándo, ni dónde, pero sí que se con quién.

domingo, 19 de octubre de 2008

FORGET ME NOT


Con el permiso de Lucie Silvas (esté donde esté) he tomado prestada esta letra de una de sus canciones. Me trae muchísimos recuerdos.

http://www.youtube.com/watch?v=Ctd1P6hD3ps


FORGET ME NOT

Forget me not, I ask of you
Wherever your life takes you to
And if we never meet again
Think of me every now and then

We had just one day to recall
Now all I want is something more
Than just a fading memory
Left wondering what could have been.

Isn't it a shame, that when timing's all wrong
You're doing what you never meant to,
There's always something that prevents you.
Well I believe in fate, it had to happen this way
But it always leaves me wondering whether...
In another life we'd be together.
We should feel lucky we can say... we've always got yesterday

And as I leave it all behind
You're still emblazoned in my mind
And for that very special day
Nobody loved me in that way

Forget me not, I ask of you
Wherever your life takes you to
And if we never meet again
Think of me every now and then.



NO ME OLVIDES

No me olvides, te lo pido
Dondequiera que la vida te lleve.
Y aunque no volvamos a vernos de nuevo
Al menos piensa en mí de vez en cuando.

Solamente tuvimos un día para recordar;
Ahora todo lo que quiero es algo más
Que una mera memoria que se desvanece
Sola preguntándose lo que pudo haber sido.

¿No es una pena que el tiempo se equivoque tanto?
Mientras, tú vas haciendo cosas que no pretendías
Porque siempre hay algo ahí que te retiene.
Bueno, yo siempre he creído en el destino, y esta vez tuvo que ser así,
Pero siempre me preguntaré si en otra vida volveríamos a estar juntos.
Deberíamos sentirnos afortunados porque siempre nos quedará el ayer.

Y mientras voy dejándolo todo atrás
Tú sigues grabado en mi mente.
Con respecto a aquel día tan especial,
Nunca nadie me quiso de aquella manera.

No me olvides, te lo pido
Dondequiera que la vida te lleve.
Y aunque no volvamos a vernos de nuevo
Al menos piensa en mí de vez en cuando.

EL GRAN DESTERRADO


Como un cuerpo aún sin explorar, virgen, joven e intocable.
Paisajes imposibles, llenos de bosques frondosos de colores cálidos. Rojos, naranjas y amarillos que no se podían sacar de ninguna mezcla, más que de la madre naturaleza.
Ardillas correteando por las ramas y buscando comida entre las hojas y la hierba, ajenas a la belleza que les rodea.
Lagos de aguas cristalinas y tonos transparentes que reflejan el cielo más azul.
Gentes amables que se detienen en cada esquina para ayudar a los portadores de esos mapas que visitan la ciudad y no encuentran su destino.
Demasiado que sentir y muy poco que decir. Las palabras son limitadas y el vocabulario se hace escaso para tales experiencias. Así es Canadá...todo lo imaginable en un sólo país.

viernes, 17 de octubre de 2008

UN EXTRAÑO FRENTE AL ESPEJO


Uno de esos días en los que me levanto con el pie izquierdo. Me doy contra el mueble mientras intento ir al baño y me miro al espejo. Veo a un individuo extraño, al que no reconozco. Alguien feo y derrotado que no quiere sonreír. Me lavo la cara, sólo por si acaso me refresca esa mueca de abatido que llevo puesta.
Me pregunto si ésas serán mis verdaderas muecas, o si es solamente una careta que mañana no tendré. Me pregunto si realmente soy yo, o el reflejo de lo vivido. Me pregunto si todo es real, o una pesadilla tan vivaz como un pez tropical.
Abro el armario y descubro que no me gusta mi ropa y que me siento tan ridículo con ella, que no me importaría salir desnudo. Al final decido ponerme lo primero que veo y me siento tan feo como el reflejo del espejo.
Salgo a la calle con la cabeza baja y mirando al suelo. Esperando miradas de compasión que nunca vi. La gente ni me mira al pasar y los que lo hacen parece que se ríen de mí con la mirada.
Me siento como el último olvidado del planeta que ha sido desterrado por toda la eternidad al país de nunca jamás. Escucho voces en mi cabeza que me repiten lo fracasado que soy y la farsa que estoy viviendo.
Cualquier comentario me hace daño y siento que nunca un papel fue tan frágil como yo ahora.
No puedo dormir, no quiero salir, no quiero seguir. Me doy una ducha y sigo fiel al hobby de llorar en la bañera, aunque la almohada es más cómoda.
Y el pensamiento vuelve a aparecer, más claro que nunca. Lo sé, dije que no volvería a pensar en querer morirme, pero no te preocupes. No es lo mismo que me apetezca desaparecer, que querer morir, aunque al final llegue al mismo punto.
Me doy cuenta que no soy tan fuerte como pensaba y que quizás nunca lo fui, y nunca lo seré.
No me importa dejar cosas atrás, porque ya a mi lado no queda nada. No queda alma, ni manos que agarrar, ni camino que seguir. Solamente un túnel oscuro y estrecho del que una vez dentro no se vuelve a salir. Y decido esconderme ahí para siempre, hasta que mañana o cualquier otro día, alguien pase a recogerme.

VIVIENDO EN PRESENTE


Hoy me desperté, miré al techo y pensé: todavía sigo aquí. Ayer no fue un buen día, y, aunque hoy no es una ocasión especial…me apetece sonreír. Hoy mojé el suelo al ducharme, y me manché con la mermelada, pero no pasa nada. Hoy es uno de esos días en los que me apetece salir a la calle y gritar que soy libre, que sigo vivo y que nada me detiene. Hoy no me importa que me critiquen o avasallen, o que digan que hable o que me calle. Hoy no me importa lo que quieran de mi o lo que me pidan porque sí. Hoy ya no tengo el ansia de la juventud, ni quiero ser como tú. Hoy no pensaré en los que ya no están aquí, en los que se han ido lejos, o en los que se fueron sin decir adiós. Hoy no me interesan las despedidas ni los perdones. Hoy me apetece sonreír, me apetece permanecer bajo la lluvia mientras sonrío por sentir el sereno, por sentirme vivo. Hoy sonrío por ver cómo la tierra mancha mis pies al caminar y por notar los pinchazos de las piedras en mis talones. Hoy quiero decir que soy un superviviente, que la gente se de cuenta que me han aplastado mil veces, que me he chocado contra mil muros, y que me he tropezado hasta llegar aquí. Hoy quiero decir que mil tormentas me han arrasado, el viento me ha sacudido y las palabras han taladrado mis sentidos, pero no me importa. Hoy quiero contar al mundo todos esos errores que he cometido, para que ellos no los vuelvan a pisar; para que ellos se equivoquen de una nueva manera, y crezcan más como personas. Hoy no me importa si ayer sufrí o si anoche lloré, porque hoy no lo volveré a hacer. Hoy no voy a decir lo siento si no quiero, ni pediré perdón para agradar al cliente. Hoy saldré a la calle para descubrir de qué color es el viento, y para cambiar los árboles de lugar; para hacer un lazo con el arco iris y para formar un todo con el aguacero. Hoy no me apetece vestirme, ni desayunar tan temprano. Hoy me apetece llamar a mis amigos y decirles cuánto los quiero. Abrazarnos tan fuerte que rompamos nuestros huesos y reír a carcajadas hasta que nos oigan las montañas. Hoy me apetece escuchar canciones alegres donde no hay buenos ni malos, heridos o victoriosos, sólo seres humanos. Hoy me apetece ir al bosque y respetar a los animales, ver cuán felices son por no saber lo cruel que es el mundo. Hoy me apetece animar a toda esa gente que pasa por calvarios y que lucha contra enfermedades. Hoy quiero animar a todos los que luchan por lo que quieren y quieren a los que luchan. Hoy me apetece romper platos y pegar saltos. Hoy me apetece defenderme de los fantasmas del pasado que me persiguen, que me piden cosas que no puedo dar ahora. Hoy quiero vincularme a un presente para crear mi futuro. Hoy no me preocupo por todo lo que quedó atrás o por lo que me quitó la injusticia del amar. Hoy me apetece vivir un romance donde mi corazón explote de sentir tanto cariño. Hoy me apetece enamorarme mil veces y sentir un millón de mariposas en el estómago cada vez que pienso en lo dichoso que soy. Hoy me apetece tocar el sol y no dormir para hablar con la luna. Hoy me apetece reírme de mis defectos y decir que adoro mi nariz aunque el mundo piense lo contrario. Que el tiempo no me pesa y que me alegro de superar las cordilleras más altas. Hoy no me importa decir lo que quiero decir. Hoy no me importa en qué idioma hablo o qué digo y cuándo. Hoy ya no me preocupa lo que el dinero puede comprar o la fuerza de la gravedad. Hoy no quiero perder el tiempo, ni forzar los sentimientos. Hoy me apetece correr hasta quedarme sin aliento y pararme cada vez que quiera descansar. Hoy no me apetece quedarme estancado sin ver la salida. Hoy no pensaré en lo que el futuro podrá brindar, ni en ser mejor que el que tengo al lado. Hoy me apetece sacar lo mejor de mí y estar orgulloso cuando hable en primera persona. Hoy no quiero vivir de los recuerdos, ni pensar en la misma persona mientras mi corazón se recompone. Hoy no me apetece hacer lo que todos esperan de mí, hoy no me apetece ser como tú, porque ahora voy a dedicarme a ser yo. Hoy no me apetece que me pidan la hora ni que me digan “no tardo nada”. Hoy no me apetece esperar ni un segundo, ni perder el tiempo sin hacer nada. Hoy me apetece tirarme de los pelos y decir que estoy loco; chillar hasta quedarme sordo y pensar siempre en todo. Hoy no me apetece aburrirme con historias sin final, y con mentiras por recordar. Hoy no me apetece dejar de soñar por tener miedo a que no se hagan realidad. Hoy ya no quiero peinarme más, o preguntar si esto me queda mal. Hoy no me apetece madrugar para llegar antes que los demás, ni acostarme cuando anochece por tener miedo a la oscuridad. Hoy demostraré que lo mejor no es lo que vale más, ni que lo más valioso es lo más caro, porque no es verdad. Hoy no engañaré a mi sombra y le diré que me encuentro mejor cuando ya no quiero andar. Hoy no dejaré de luchar porque me digan que se ha extinguido otra amistad. Hoy no me preocupa el qué dirán o cuánto tiempo tardarán. Hoy seré un águila para volar y echaré una siesta en las nubes para que no me molesten más. Hoy me quiero enamorar de la vida y del luchar, del que quiere y del amar, del que enseña y de la amistad. Hoy no voy a apagar ninguna vela para seguir rituales que no comprendo. Hoy no quiero tener invitados a una fiesta sorpresa que no fue real. Hoy no es un día perfecto, pero ya no me duele sonreír. Hoy no he tenido suficiente y quiero más. Hoy no quiero esconderme más, ni actuar a fingir un personaje que no se imitar. Hoy no quiero cantar una canción que tenga final y que diga cómo las cosas nunca pasarán. Hoy no quiero dividir el tiempo en meses o estaciones, porque después de todo no recordaré para qué me sirvieron. Hoy voy a darle las gracias el tiempo por alargar los momentos de dolor y por hacer más breves las alegrías y el amor. Hoy no me importa que el rencor quiera tomarme por sorpresa, o que la testarudez del mundo haga más divisiones entre semejantes. Hoy no me importa que se me juzgue por el color de la piel o por lo que nunca seré. Hoy no me importa que me insulten por tener una diferente tendencia sexual, o por llevarme a la cama a quien yo me quiera llevar. Hoy no me meteré con el enemigo por tratar de razonar o le daré la razón al anciano por sabiduría sin final. Hoy no voy a maquillar mi alma con colores de verdad, ni dejaré que una brisa de letras me haga daño sin cesar. Hoy dejaré que las opiniones soplen en el aire sin dañar a los demás. Hoy escribiré mi nombre en el cielo con mayúsculas y sin volar. Hoy dejaré de brindar por el placer de beber, y de beber por divertirme nada más. Hoy me iré de aquí con mi sonrisa como equipaje y mis pies para caminar. Hoy volveré cuando ya no quiera estar solo y cuando me apetezca acelerar. Hoy no le buscaré sentido a lo que no lo tiene ya, ni esperaré a que me llamen para salir a trotar, porque hoy me apetece sonreír. Y es que este soy yo…sin rencores, sin pretensiones, sin temores…solamente yo…

miércoles, 15 de octubre de 2008

SO PURE


Aún recuerdo aquel niño de 12 años sentado frente al televisor. Se pasaba horas y horas viendo MTV esperando que saliera su “cantante favorita” en la pantalla. Daba igual si había visto sus videos unas 37327 veces, las ganas le podían más. Los años pasaban y ahí permanecía, aprendiéndose cada una de sus letras, notas, giros, gritos, agudos, graves. Singles que iban y venían, discos nuevos cada dos años y cada vez los ansiaba con más fuerza. Daba igual que con el paso de los años ella dejara de vender discos. Daba igual que con el tiempo nadie más la recordara, para él significaba algo más allá de lo físico y más profundo que lo espiritual. Se imaginaba si sería posible que aquel chico tan delgado e indefenso podría encontrarse alguna vez con ella en algún concierto. Solamente deseaba estar allí unos segundos y escuchar su música en directo. Oír todas esas letras que parecían escritas por sí mismo y con las que se sentía totalmente identificado y cada vez más, con el paso de los años. Era como su propia autobiografía en los labios de otra persona. Compartían filosofía y pensamiento. Impensable, pero cierto.

Ese chico se hizo mayor, la admiración siguió en aumento y sin haberlo siquiera imaginado, se encontró allí mismo con ella. Juntos en aquel teatro. Ella nunca fue a visitarle, pero él fue a su país, a su hogar, y sin haberlo planeado acabó sentado entre el público. Toronto es una ciudad muy lejana para alguien que vive en una pequeña isla del Atlántico, pero puede que sea cierto eso de que al menos una vez en la vida, un sueño puede hacerse realidad, y en este caso así fue. Massie Hall fue el nombre del teatro en el que se encontraron. Un antiguo teatro canadiense que lleva más de un siglo abierto. Artistas de todo tipo y de toda talla han pasado por ese escenario y ella no pudo ser menos.

Se hizo de esperar pero ahí estaba, con su pelo suelto y su ropa peculiar. Seguramente habría hecho lo de siempre: abrir el armario, coger las tres o cuatro primeras prendas de ropa que se encontrara y ponérselas. A nadie le gusta su forma de vestir, pero ella se siente cómoda y con eso basta. Sencillamente adorable. La sencillez no le dejó cambiarse ni una sola vez de ropa en todo el concierto y eso dice mucho de un artista. Grata sorpresa al descubrir que no se trataba de un concierto común. Al ser en el Massie Hall, muy cerca de donde ella se crió, y al haber tocado en Toronto en infinidad de ocasiones en estos trece años, hizo una selección exquisita de temas. No cantó su último single, no cantó sus grandes éxitos, ni cantó todas las canciones de su nuevo disco. Se limitó a dejarse llevar y elegir las canciones que más le gustan, las que han salido de lo más hondo de su ser. Canciones que hablan de historias reales, de realidades del mundo, de sentimientos de seres humanos. Canciones que solamente ella pudo haber escrito. Canciones con palabras tan complejas y enrevesadas que incluso los mismos hablantes de inglés no comprenden y han de buscar en el diccionario. Así es ella, sabia y sencilla.

No pudo olvidarse de canciones como “Everything”, “Thank U” y “You oughta know”. Pasando por “All I really want”, todo un himno para cualquiera que ha escuchado “Jagged little pill”. Lo más sorprendente fue cuando sonaron las notas de “So pure”, uno de sus singles más olvidados y menos radiados de la historia. Nadie lo comprendió y murió poco después de salir a la venta. Sin embargo yo adoro esa canción…”so pure such an expression…”.

No faltaron golpes de guitarra, ni de armónica. Su locura elocuente sobre el escenario. Sus tan características vueltas y giros sin parar y su cabeza moviéndose frenéticamente de arriba hacia abajo como si estuviera loca. Un público de lo más entregado que se sabia todas y cada una de las canciones. Una noche para no olvidar en la vida, y que ya está grabada en lo más hondo de mi memoria…imposible de borrar. La única noche del 8 de octubre de 2008 que pasará a la historia como la noche en que un gran sueño se cumplió por casualidad. Y es que a veces las casualidades existen. Una noche con FLAVORS OF ENTANGLEMENT. Impresionante.

EL COMIENZO NUNCA RESIDE SOBRE NINGÚN PRINCIPIO...

Parecía que nunca nacería, pero aquí está...con una estética forzada y protocolaria. Con un toque propio de esos que te recuerdan a quién pertenece y con muchas expectativas de futuro (para liberar tensiones más que nada). Sin más, pongamos puntos y suspensivos a esto que nace hoy y que nadie sabe hasta dónde llegará....bienvenidos a mi verdad




"LA LOCURA QUIZÁ NO SEA OTRA COSA QUE LA SABIDURÍA MISMA QUE, CANSADA DE SOPORTAR LAS INJUSTICIAS DEL MUNDO, HA TOMADO LA INTELIGENTE RESOLUCIÓN DE VOLVERSE LOCA"

TODO OBJETO VARÍA SEGÚN LA VISIÓN DEL QUE LO CONTEMPLE

TODO OBJETO VARÍA SEGÚN LA VISIÓN DEL QUE LO CONTEMPLE